El Inexplicable Secreto sobre Oracion A San Francisco De Asis Para Animales Perdidos al descubierto

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Por ello, llenos de alegría, los dos determinaron volver al valle de Espoleto, dejando el viaje a Francia. Entonces, San Francisco, observando la caridad de esos hermanos y la humildad del hermano Maseo, les dirigió una plática admirable sobre la santísima humildad, enseñándoles que cuanto superiores son los dones y las gracias que Dios nos ofrece, tanto más humildes debemos ser; por el hecho de que, sin la humildad, ninguna virtud es acepta a Dios.

• En determinada ocasión en que estaban de familia juntos en un lugar San Francisco y el hermano Elías, fue revelado por Dios a San Francisco que el hermano Elías se encontraba condenado, que apostataría de la Orden y que, al final, moriría fuera de la Orden.
• Oh gentil y amado santo, cuyo corazón siempre y en todo momento esta lleno de compasión humana, murmura mi petición a los oídos del dulce Niño Jesús, a quien le agradaba estar entre en tus brazos, y por siempre tendrás la gratitud de mi corazón.

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Al llegar un día muy hambrientos a una aldea, fueron, según la Regla, a pedir limosna el pan por amor de Dios. San Francisco fue por un barrio y el hermano Maseo por otro. Pero como San Francisco era de aspecto repudiable y pequeño de estatura, con lo que daba la impresión, a quien no le conocía, de ser un pordiosero vil, no recogió sino más bien ciertos mendrugos y desperdicios de pan seco. Al hermano Maseo, en cambio, por ser tipo gallardo y de buena presencia, le brindaron buenos y grandes trozos, y aun panes enteros. El admirable siervo y fan de Cristo messer San Francisco, para conformarse en todo con perfección a Cristo, quien, como dice el Evangelio, envió a sus discípulos de dos en 2 a todas las ciudades y lugares a donde debía ir, una vez que, a ejemplo de Cristo, hubo reunido doce compañeros, los mandó de 2 en 2 por el mundo a predicar.

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Y por lo mismo que tenía felicidad particular para hablar de Dios, como lo había comprobado muchas veces San Francisco, deseaba hablar con él. Al cabo de un rato le llamó segunda y tercera vez de la misma manera, pero tampoco ahora le oyó el hermano Bernardo, por lo cual no respondió ni vino a su acercamiento. En vista de esto, San Francisco se volvió un tanto desconsolado, muy extrañado y quejoso en su interior de que el hermano Bernardo, habiéndole llamado tres ocasiones, no hubiera venido a su acercamiento. El cual sea bendecido de por los siglos de los siglos. El planeta cristiano está lleno de iglesias y de altares dedicados a y por su nombre, antes bastante extraño, se hizo habitual en toda Europa. Pío XII lo proclamó, con Catalina de Siena, patrono de Italia el 18 de junio de 1939.​ Tiene varios epónimos de ciudades o localidades (la capital de la República del Ecuador, formalmente llamada San Francisco de Quito o la ciudad de San Francisco en los USA, por ejemplo).

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Del mismo modo, varios opínan o son testigos del amor que los infantes generan por esas criaturas pilosas que tanto aprecian. E incluso hay quienes afirman que si un infante nunca tuvo una mascota, su niñez fue incompleta. Pues realmente crean vínculos tan fuertes como la familia. Existen algunos infantes que compensan el cariño perdido adoptan otro animal.

Al punto, con enorme furor, salió de la celda, corrió a la puerta y, sin preguntar más, siendo conque nunca se habían visto, se arrodilló ante con gran devoción, y los dos se abrazaron y se besaron con suma alegría, tal y como si desde muy atrás hubiese habido entre estrecha amistad. De esta manera y todo, habiendo llegado a ser humildísimo, se reputaba el último de todos y cada uno de los hombres del mundo. Preguntado por el hermano Jacobo de Falerone por qué no cambiaba de tema en aquella manifestación de júbilo, respondió con gran alegría que, en el momento en que en una cosa se encuentra todo el bien, no hay por qué razón cambiar de tema. Había un hombre, enorme amigo de Dios, que tenía en prominente grado la felicidad de la vida activa y contemplativa, y juntaba a esto una humildad tan extrema y tan profunda, que creía ser un muy grande pecador; esta humildad lo santificaba y confirmaba en felicidad y le hacía medrar continuamente en la virtud y en los dones de Dios, sin dejarle nunca caer en pecado. Estas palabras, no obstante, nunca las decía San Francisco en presencia del hermano Rufino. Desde aquel día creció tanto la devoción del pueblo hacia , que se consideraba feliz quien podía tocar el borde de su hábito.

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Estimando que pertenecen a los acompañantes más fieles que podemos encontrar en la vida, no dudes que puedes asistir a Nuestro Señor cuando estos se hayan extraviado de alguna forma. siempre va estar allí para socorrernos y podemos valernos de las próximas oraciones para ello. Te llevaré la mejor oración, en dado caso de que tu alma se siente afligida, y quieres hallar a través de esa plegaria San Antonio un animal que está fuera de casa. San Antonio de Padua, reconocido Santurrón por la iglesia católica, quién acredita una proporción de milagros atrayentes que fué ejemplo para el resto Santurrones. Diríase que manda San Antonio de Padua creyó bastante en el niño Jesús e igualmente llego a comprender a María.

Por esta razón concibió San Francisco hacia él tal repulsión, que ni le charlaba ni conversaba con él; y, si ocurría que el hermano Elías venía a su acercamiento, desviaba el camino y tiraba por otro lado para no encontrarse con . Y, si hubiésemos amado explicar con la voz lo que sentíamos en el corazón, hubiese servido, más bien, de desconsuelo que de consolación, por la restricción de la lengua humana, que no es capaz de expresar los secretos secretos de Dios. De esta forma, pues, no dudéis que el rey se ha marchado admirablemente consolado. Santa Clara, discípula devotísima de la cruz de Cristo y noble planta de messer San Francisco, era de tanta santidad, que no solo obispos y cardenales, sino aun el papa, deseaba, con grande aprecio, verla y oírla, y la visitaba con frecuencia en lo personal. Amadísimos míos, huid de todo el mundo, dejad el pecado, devolved lo ajeno, si deseáis evitar el infierno.

El hermano Maseo, ante una contestación tan humilde y dicha con tanto furor, quedó lleno de desconcierto y verificó con certeza que San Francisco se encontraba bien cimentado en la verdadera humildad. Entonces, San Francisco, al oír al por menor todo lo que Dios había obrado por medio del hermano Bernardo, dio gracias a Dios, que de esa manera comenzaba a acrecentar a los pobrecillos discípulos de la cruz. Y después envió a algunos de sus compañeros a Bolonia y a Lombardía, los que crearon varios lugares en distintas partes. Mencionado lo anterior, desapareció, dejando al hermano Bernardo muy consolado, hasta el punto que logró todo aquel viaje lleno de alegría. Se fijó en el día y en la hora en que se le había aparecido el ángel, y, llegando al lugar donde estaba San Francisco con los compañeros nombrados, les refirió todo paso a paso.

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